domingo, 3 de junio de 2012

¿Hacia dónde va el Consejo?

Me comentaba hace tiempo, bastante, Miguel Andreu por qué no escribía algo sobre el Consejo de Cofradías y hace no mucho me lo comentaban igualmente los amigos de hasvistoadioscaminar.blogpost.com. En la primera ocasión el Consejo recién estaba entrante. Ahora está a las puertas de acabar su mandato. En la primera ocasión no estimé oportuno tocar el tema por varias razones, pero sobre todo porque no creía poder dar una visión desapasionada al respecto. Se da el caso que a muchos de sus miembros los he tratado y con algunos mantengo o he mantenido una cierta amistad o trato. A la mayoría conozco su quehacer en el mundo de las cofradías. Y a solo unos pocos apenas los conozco desde que entraron a formar parte del Consejo.
Sé que me podrán decir que con estas circunstancias mi visión puede estar contaminada, pero el paso del tiempo hace que me haya separado mucho de esos ambientes cofrades donde se pueden mover los consejeros y creo poder dar una visión razonablemente objetiva.
Desde un primer momento la forma de alcanzar el puesto de Adolfo Arenas me parece de lo más cuestionable. La forma de alcanzar el puesto o, mejor dicho, de buscar los votos necesarios para ello. Habría que recordar que en las anteriores elecciones se presentaron hasta 3 candidatos a dichos comicios (Arenas, Peña y de las Heras) y que el reparto de los votos podía ser de lo más incierto ante esa situación inédita. En cualquier caso, sabiendo que Román ya cesaba en el cargo, Arenas en los meses previos no ocultaba su deseo de presentarse a las elecciones y desde lejos comenzó la campaña para amarrar los votos. El periplo por casas de hermandad en las que se vio marisco y botellas de Möet Chandon fue notable. Y no es algo que me hayan contado. Fui testigo directo en dos ocasiones. Además me consta que también en numerosas ocasiones las invitaciones en no baratos restaurantes a diferentes hermanos mayores se dieron. Hay que tener en cuenta que en el mundo de las hermandades hay más de un estómago agradecido y no pocos que se dejan deslumbrar por el buen yantar. Y si es de válvula, como se suele decir, mejor que mejor.
Entre los cofrades se puede tener la visión de que el Consejo son las hermandades de penitencia. Pero esa es solo una sección dentro del Consejo. El Consejo está dividido en tres secciones principales: penitencia, sacramentales y gloria. Si bien las sacramentales 'puras' creo son solo seis, las demás están fusionadas con otras hermandades de gloria o de penitencia, las hermandades de gloria sí suponen un número importante, y aunque algunas tienen una nómina de hermanos bastante exigüa, a la hora de contabilizar los votos cada hermandad es un voto. Y ahí estuvo hábil Arenas a la hora de buscar apoyos. Prometió fomentar y alimentar una importancia para las hermandades de gloria de la que actualmente carecen. Pero sobre todo prometió subirle la subvención del Consejo a este tipo de hermandades, los famosos 6000 euros. Esta cantidad que, sin ser desdeñable en ningún caso, para las hermandades de gloria es una cantidad en la mayoría de los casos espectacular. Pero esta medida que abanderó durante la campaña y que no pocos votos le granjeó se quedó en el limbo. Hay un punto claro en todo esto. Los ingresos del Consejo vienen principalmente de los abonos de las sillas de la Semana Santa y la postura, aunque sea 'sotto voce' de muchas hermandades,  y pueda que además sea poco solidario, es que el dinero es para quien lo genera. Arenas podrá seguir dando las explicaciones que quiera a las hermandades de gloria, que si las circunstancias económicas para cumplir lo que les prometió no se han cumplido, o lo que quiera argumentar. Pero Arenas sabía a ciencia cierta de antemano que era algo que ni de lejos iba a poder cumplir, una promesa meramente electoralista y populista y nada más. Y por mucho que quiera maquillar esto, la realidad es esa, y es algo que le va a lastrar de cara a las próximas elecciones.
Sobre el equipo del que se rodeó, si bien algunos miembros fueron impuestos por las mismas hermandades, especialmente en algunos delegados de día de la sección de penitencia, la inmensa mayoría fueron elegidos por Arenas. En este punto creo que Arenas quiso rodearse de un consejo de perfil plano, imagino para asegurarse que su mismo equipo no le hiciera sombra. Pero eso es una arma de doble filo, ya que si bien no le hacen sombra tampoco han sido brillantes en su mayoría, muy al contrario, a la hora de desempeñar el cargo salvo honrosas excepciones. Entre las excepciones podría citar a Maruja Vilches que aunque no sea santo de mi devoción ha realizado una labor importante donde cabe destacar el Proyecto Fraternitas, Tomás Vega que como Tesorero ha estabilizado económicamente la institución o Vicente García Caviedes, Delegado de la Madrugá, uno de los "impuestos" por las hermandades (recordemos que sonó o se hizo que sonara Joaquín Moeckel), pero que dentro de los consejeros y/o delegados es casi la única voz crítica dentro del Consejo, traducido, alguien con criterio propio, y que luego ha mantenido, parece ser, una relación fría aunque correcta con Arenas.
Sobre la gestión de Arenas, uno de sus mayores pecados has sido la inacción a lo largo de estos cuatro años. La postura que en la mayoría de los problemas y que a lo largo de este tiempo ha tenido que afrontar ha sido precisamente no afrontarlos. Por ejemplo el asunto de los Estatutos. Este es un asunto que lleva muchos años de retraso, no podemos achacárselo solo a Arenas. Pero sí es cierto que en su programa llevaba como uno de los proyectos estrella la reforma del texto y, aunque ya está presentado el texto a falta del visado de Palacio, o lo que es lo mismo, la criba y adaptación del texto por Palacio, se llega a estas nuevas elecciones con el texto antiguo aún en vigor. El resultado final del texto está por ver, pero él defendía unos "Estatutos procedimentales" que había impedido al Consejo "una movilidad y posibilidad de actuar en algunos asuntos...", y decía que no creía en un Consejo que fuera "mero portador de papeles". A tenor de lo que se ha filtrado y nos ha llegado, nada más lejos de la realidad. De nuevo Palacio parece que aplica el rodillo y la reforma de los Estatutos se hará conforme a lo que marque la Curia. El Consejo se quedará de nuevo como un órgano funcionarial más que funcional por si mismo. Llama la atención en la revista Más Pasión las declaraciones de Juan Hernández, que parece irá en las listas de Rafael Medina que afirma "el Consejo debe ser lo que hasta ahora ha sido, un órgano puramente representativo", bastante afín a lo que quiere Palacio. Cuestión de puntos de vista.
Tampoco en la consecución de una nueva sede para el Consejo. Es cierto que para ello se depende de la buena voluntad de otras instituciones, el Consejo no puede afrontar económicamente ese proyecto, y que quizás en el anterior Ayuntamiento haya encontrado más escollos que ayuda por la conformación del mismo. Pero no es menos cierto que no se ha avanzado nada en el asunto. Más bien al contrario, se encuentra totalmente enquistado y con poco visos de salir adelante aunque Arenas afirmara que sabía cómo llevar el asunto.
El resultado de la no-gestión durante estos años y alguna que otra polémica por prometer cosas que luego no ha cumplido o que posteriormente ha matizado o negado lo que dijo, creo, le pasará factura a Adolfo Arenas. He leido que no está bien romper un supuesto pacto de caballeros que impide que otro candidato se presente si el que es Presidente del Consejo quiere optar a un segundo mandato. Para mi eso es totalmente absurdo, un sinsentido que sin más se deje seguir en el cargo a alguien cuya gestión ha sido tan inequívocamente mejorable. Dice Arenas que necesita más tiempo para terminar su labor. Yo casi diría para que la empezara.
Ciertamente no sé hacia dónde va el Consejo, el resultado final de la reforma de los Estatutos, si luego el texto se podrá desarrollar ejecutivamente y cuáles serán las funciones reales que tendrá de aquí a un tiempo. Pero creo que lo que sí le hace falta es un cambio de rumbo y alguien que lleve el timón con firmeza y sabiendo situar el norte. Poco sé del otro candidato más allá de lo que trascendiera de su labor como hermano mayor de la Estrella. En ese sentido es un melón por calar. El otro melón nos salió apepinado.